martes, 13 de diciembre de 2011

Serendipias francas encajadas. Lotario (I)


Lotario exclamó

-¡Vaya sorpresa Luis!

Mientras sus ojos se desviaban inconteniblemente hacia aquellas dos turgentes montañas, apenas escondidas por la ceñidísima camiseta de Gisela, bajo cuyo algodón se perfilaban orgullosos unos pezones que, a todas luces, no eran sostenidos por sujetador alguno.

Lotario intentó levantarse, pero notó que cierta parte de su anatomía reaccionaba gloriosa pero inadecuadamente, sobre todo por lo notable de la glorificación, homenaje a la belleza femenina pero inconveniente en el trato a un familiar. Así que en una pose un tanto estrambótica, semiagachado y semioculto por la mesa de su oficina, dijo

-¡Que alegría! –no mentía, al menos en lo referente a una parte de la inesperada visita, como a bien tenían clamar sus propias partes nobles- ¡pasad! ¡pasad!.

Luis el Germánico entró impertérrito, sin dar la menor muestra de haber notado algo extraño en el comportamiento de Lotario. Gisela entró mostrando una deslumbrante sonrisa cómplice y clavando sus ojazos –pícaros y chispeantes- primero en la cara de Lotario y luego descendiendo, lenta, muy lenta pero perceptiblemente, hacia aquellas partes de Lotario que éste intentaba disimular tras el escritorio, los montones de libros y el ordenador. La mirada de Gisela, casi parsimoniosamente, volvió a subir hasta la cara de Lotario, y su sonrisa se ensanchó, mostrando unos blanquísimos y perfectos dientes, y mostrando que…entendía ¡vaya si entendía! y para goce –nunca mejor dicho- de Lotario no mostraba la menor señal de disgusto por la espontánea reacción corporal de éste, todo lo contrario…

Luis dijo

-Hola Lotario, yo también me alegro mucho de verte ¿tienes algo de lumbalgia? lo digo por esas poses, claro, ya se sabe, los académicos hacéis poco ejercicio, todo el día tras vuestros libros, bueno, ahora tras vuestros ordenadores…

Luis el Germánico era persona muy seria, no bromeaba en lo más mínimo con aquellas palabras, tampoco se había percatado –ni se le hubiese pasado por la cabeza- que la extraña pose de Lotario obedeciese a la contemplación de su hija Gisela. Lotario vio el cielo abierto o, al menos, una salida, con aquella interpretación, decidió añadirle un poco de condimento para que fuese algo más creíble.

-Sí, sí, Luis no hacemos demasiado ejercicio, y yo no soy muy dado a los gimnasios –sí que era dado a otra ·”gimnasia” pero esto no lo dijo-, así que más que una lumbalgia es un mal gesto, una nadería, precisamente me lo hice mientras colocaba unos libros en la estantería…

-¡Ah!, bien, -contestó Luis el Germánico- me alegro que no sea gran cosa, que te mejores. Bueno, te explicaré nuestra presencia, primero disculpa por la sorpresa, es imperdonable que no te avisase –en esto Luis el Germánico hacia honor a la precisión y previsión germánica y lamentaba, y bastante, no haber podido ceñirse a ella-, lo intenté pero no había manera de localizarte, al fijo no contestaba nadie, el móvil me daba siempre fuera de cobertura y no me respondiste a los mails, en Secretaría de la Facultad tampoco podían localizarte, me dijeron que lo más fijo eran las horas de visita y tutoría, y como venir tenía que venir de todos modos por otros negocios pues…nos hemos pasado justo ahora, que tienes tutoría, espero no interrumpir a tus alumnos…

-¡Por Dios!, ¡disculpa tú! -contestó Lotario- es que soy incorregible, miro el correo electrónico muy de tarde en tarde, el móvil casi nunca me acuerdo de activarlo si no es porque voy a llamar y en casa no suelo estar. Por la tutoría no te preocupes en realidad hoy solo espero a una alumna que llegará más tarde -esperaba a Laura, dispuesta a recibir una clase particular, en este caso en el despacho de su profesor, Lotario prefería lugares más discretos, pero Laura insistió, no lo habría confesado ni a su confesor, pero recibir una de las clases particulares en el despacho de Lotario era su última fantasía, le daba un morbo…-, así que no pasa nada, si alguien viene con un imprevisto pues nada, que espere, lo primero es lo primero, por supuesto, y lo primero sois vosotros.

-Muy amable Lotario –contestó Luis el Germánico, con aquella rigidez que no era desprecio sino, simplemente, su forma de ser, era incapaz de mostrar otra faz, de hecho hubiera sido un magnífico jugador de póquer, si hubiese sabido algo del juego, nadie hubiese podido escrutar nada en su expresión, nada en absoluto- Te explicaré a que se debe nuestra visita, prosiguió, verás, esta es mi hija Gisela. Gisela, saluda a tu “tio” Lotario, Gisela dijo.

-Encantada, herr doktor Lotario, alegrarrrme mucho de conocerrr a mi distinguido tío, esperarrr que en el futuro conocernos mejorrrr y muy a fondo.

Dicho lo cual sonrió, deslumbrante, expresiva y pícaramente. Lo que provocó que las reacciones físicas que Lotario había empezado a conseguir controlar se reactivasen, esto último también provocó un ligero azoramiento en Lotario, no tanto por su primo Luis el Germánico, ya se había convencido de que éste no se percataba de la situación, pero, igualmente, se había percatado de que su “sobrina” se había dado cuenta perfectamente de la misma, es más, parecía disfrutar enormemente con ella y sus palabras eran de una juguetona ambigüedad escasamente ambigua. Lotario pensó.

-“Cuando pille a Laura va a recibir no una clase sino una clase magistral, ¡ni se imagina lo inspirado que voy a estar! ¡por Dios que ganas tengo de dar una clase!”

Luis el Germánico que, como bien había valorado Lotario, no se había percatado en lo más mínimo de todas aquellas reacciones ni de la tensión sexual, que era tal, que no flotaba sino que oprimía el ambiente, prosiguió a lo suyo.

-Bueno, Lotario, como ves Gisela habla castellano con cierta dificultad, es que en casa solo hablamos alemán, como su madre es de Munich, como Gisela, pues, claro, no se habla otra lengua, pero lo entiende todo perfectamente, espero que la relación contigo beneficie también su conocimiento de lenguas.

Lotario pensó, que, en efecto, Gisela entendía muchísimo, y que, en efecto, de lo que él dependiese el tema de las lenguas iba tratarse igualmente muchísimo con Gisela.

-Pero basta de preámbulos –dijo Luis el Germánico-, te preguntaras el motivo de nuestra visita –en realidad Lotario, en aquellos momentos no se preguntaba nada, solo tenía ojos para Gisela, y, entre otras cosas no se preguntaba nada porque de las dos cabezas que tienen los hombres una había tomado el mando claramente por encima de la otra-, te lo explico. Mi hija Gisela ha estudiado matemáticas, ya sabes que es cosa de familia la afición a los números, se ha licenciado en la Universidad de Hamburgo, por cierto, que aún no me explico porqué no quiso estudiar en la misma Munich o en alguna Universidad más cercana –Gisela se lo podía haber explicado, pero no pensaba hacerlo, ciertos estudiantes de Hamburgo también se lo hubieran podido explicar y, también, más de un marinero del gran puerto alemán-, en fin –prosiguió Luis el Germánico,- disculpa la digresión, a lo que iba, Gisela es licenciada en Matemáticas y tiene una enorme vocación en la materia…

En este punto, Gisela interrumpió a su progenitor, clavo una directísima mirada en Lotario y dijo:

-Sí, a mi gustarrrr muchísimo los números, quererrr enseñarle mis números a mi tío herr doktor Lotario, y practicar mucho mis números con él, si él admitirme, claro…

Lotario se deshacía, aún más, comenzaba a pensar que se iría de un momento a otro, le costaba controlar el no ponerse a jadear –hasta el impasible e inescrutable Luis el Germánico hubiese podido sospechar-, y seguía pensando –Laura, cuando vengas, no te voy a dar una clase magistral, no…¡todo un master es lo que vas a recibir! ¡te vas a enterar!-

Luis continuó su explicación

-Gracias hija. Lo que quiere decir Gisela, Lotario, es que desea hacer aquí su doctorado en Matemáticas y que tú la guíes y seas su tutor. La verdad, no entiendo esa manía suya de estudiar lejos de casa, pero, ya puestos, a mi me ha encantado la idea de ponerla en manos de un familiar, y tú habilidad con los números ha traspasado fronteras según me dice Gisela y me ha confirmado alguna amiga suya, de buenísima familia , pero hasta en las mejores familias… –aquí Luis, pese a su imperturbabilidad facial, dejó escapar un ligero tono de pena, algo ensimismado-, exalumna tuya, por cierto.

Lotario apenas podía creer lo que escuchaba, ahora sus dos cabezas clamaban internamente que sí, que pusieran a Gisela en sus manos ¡y cuanto antes mejor!. Con voz algo enronquecida aunque controlada, y cruzando las piernas a la par que escondiéndolas lo más posible tras su escritorio, Lotario dijo.

-Me parece una idea excelente, a la vista saltan los dones y lo dotada que esta Gisela –era completamente sincero al decir eso-, estaré encantado que la dejes en mis manos, puedo asegurarte que le dedicaré una atención especial, es más, si ella lo desea tendrá toda mi atención

Lotario dijo eso devolviendo la mirada a Gisela y, tomando, por primera vez, la iniciativa en aquella situación, sonrió, además, con sonrisa de hombre de mundo, para mostrar a Gisela que un auténtico y genuino crápula libertino era perfectamente capaz de sostener aquel envite y que, pese a la feliz e inesperada sorpresa, estaría a la altura del reto que se le proponía. Lotario prosiguió.

-Por el papeleo no os preocupéis que me voy a encargar yo concienzudamente, ya se como sois los alemanes para esos detalles -sonrió a Luis el Germánico-, y hacéis bien, los detalles son importantes… –por un momento pensó en su hermano Carlos el Calvo y cierto consejo que un día dio a su padre Luis el Piadoso sobre no coger un paraguas, pero fue un pensamiento fugaz-. Si Gisela no tiene alojamiento o lo tiene temporal tampoco os preocupéis de eso, también me ocupo yo del asunto.

Luis el Germánico se levantó entonces y dijo.

-Bien, pues muchísimas gracias Lotario, no sabes lo aliviado que me dejas y lo amable que ha sido tu recibimiento y atención, te debo un favor –Lotario pensó en favores, pero de otro tipo, también volvió a pensar que Laura recibiría aquella tarde una enorme, nunca mejor dicho, atención-. Si no te parece mal os dejaré solos a ti y a Gisela, así os conocéis un poco más, como te he dicho también he venido por negocios y me esperan en una reunión, agradezco tu oferta en lo del alojamiento, de momento estamos en un hotel, pero, claro, Gisela no se va a pasar todo el doctorado allí, prefiero algo más familiar, entre nosotros, te agradecería que le encontrases algún lugar donde pudieses prestarle atención, por si necesita algo, ya sabes, sola y tan lejos de casa… para mi seria un alivio saber que esta cerca de ti.

Lotario, también precisaba aliviarse cuanto antes, por otro lado apenas podía creer su buena suerte, de repente descubría que tenía semejante “sobrina” con semejante y evidente “vocación”, y, también de repente, descubría la ingenuidad de su primo Luis el Germánico -una parte de su mente guardó ese dato por si pudiese ser de alguna futura utilidad-

-En fin, Lotario, os dejo –dijo Luis el Germánico-, espero que aceptes cenar con nosotros esta noche, preguntaré a mis socios locales por un buen restaurante, ¡el mejor!, ellos me lo dirán, tiene que ser el mejor para celebrar nuestro encuentro, que hayas conocido a Gisela y que la conozcas con profundidad en el futuro, espero que os compenetréis debidamente –no sabía Luis lo mucho que deseaba conocerla Lotario y compenetrarse con ella-. Si no te importa conecta tú teléfono que te llamaré para concretar, auf wiedersehen

Una vez hubo salido del despacho de Lotario Luis el Germánico su hija, Gisela, se levantó de la silla que ocupaba frente al escritorio de Lotario, dio la vuelta al mueble y, sin preocuparse lo más mínimo por los libros y papeles que desplazaba y tiraba al suelo, se sentó encima del escritorio, en el borde interior, prácticamente pegada al sillón de Lotario y…al mismo Lotario, dijo.

-Bien, querido tío, ¡al fin solos! Estarrr encantada de tu admisión y tu atención, creerr que es mi deber como “sobrina” y discípula mostrarte mi agradecimiento y quedarrrr por completo a tu disposición. Sí parecerte bien, “tío” Lotario, podremos organizarrrr todo un programa de encuentros y sesiones, además también deber agradecerte que tú ocuparte de mi alojamiento, yo también preferirrr cerca de ti, en algún lugar agradable y discreto, dejarlo todo en tus manos, yo misma ponerrrme en tus manos, por completo a tu disposición, podríamos decir que yo entregarme a ti…

Todo eso lo dijo Gisela sin dejar de sonreír en ningún momento y mostrando sus blanquísimos y perfectos dientes, de repente hizo algo que casi hace entrar a Lotario en paroxismo, sacó la puntita rosada de su lengua y muy despacito la paseo por sus hermosos labios, mojándolos, en un gesto de claro regodeo y anticipo. Además, lenta pero imparablemente Gisela iba acortando el ya escaso espacio que separaba su magnífico cuerpo del de Lotario.

-Suponerrr que tú quererrr saber mi interés por mi “tío” herr doktor Lotario –y enarcó picara y burlescamente una ceja, pues se daba perfecta cuenta que a Lotario le importaba muy poco saber nada, le importaban otras cosas, las mismas que le importaban a ella, por otro lado-. Bien, yo querer doctorrrrarme debidamente, tener un gran expediente de licenciatura –Gisela pensó en todos aquellos amantes, mezcla de estudiantes y marineros que había tenido en Hamburgo- y decirrrrme una persona de toda mi confianza que nadie mejorrr para eso que mi tío herr doktor Lotario. ¡Imagínate tío mi sorpresa! ¡poderrr doctorarrrme con alguien de la familia! ¡a mi encantarrrme la idea! sobre todo después de las referencias que me dieron de mi tío herr doktor.

Gisela prosiguió con sus explicaciones:

-Tú tenerrr fama, contarme de tú muchas cosas lindas una amiga que hizo un programa “Orgasmus” –el antiguo programa de intercambios Erasmus que, pese al cambio oficial de nombre, seguía denominándose extraoficial y jocosamente “orgasmus” entre los estudiantes de toda nacionalidad-, aquí, contigo ¿rrrrecuerrrdas a Doda? ella explicarme muchas cosas interesantes de ti, herr “tío” Lotario. Yo no poderrr apuntarrrme ya al programa “orgasmus” pero…haberrr doctorados ¿y quien mejor para enseñarme y tutorarme que mi docto “tito” herr doktor Lotario?. Pero yo tomar precauciones, no como Doda, mira, aquí tenerrr una foto de Doda y su niño, llamarrrse Carlomán, ¿no te recuerrrda a alguien?

Todo eso se lo dijo Gisela acabando de aproximar –prácticamente pegar- su esbelta anatomía a la de Lotario, cuando apenas éste se dio cuenta la tenía literalmente encima, apoyada algo más que provocativamente entre su mesa y la baranda de su sillón giratorio. Sus palabras, su perfume, su mirada, sus feromonas…fue demasiado para Lotario, una parte de sí mismo habló por sí misma y una esplendida y enorme mancha traspasó sus prendas más íntimas y se fue dibujando en sus pantalones, justo en la entrepierna. Gisela bajo la mirada divertida hacia aquel testimonio irrefutable, volvió a alzarla hasta los ojos de Lotario y, simplemente, dijo:

-Danken, herr doktor

La sobrina de Lotario se levantó, con un contoneo de sus caderas que casi provoca una segunda oleada de los caños que cantaban las glorias de Gisela, se dirigió a la puerta.

-“Buenas tardes” herr doktor, como tú ver ya aprender algo de lengua, estar segura que esa parte de mi educación también la podremos completar debidamente. Yo dejarte ahora, creer que tu tener que cambiarte de ropa, hasta papa darse cuenta de tu homenaje si tu venir así a la cena, y no serr muy higiénico ¿verdad?. Un besito tío Lotario, serrr el primero y éste, solo éste, ser figurado, los demás serán más literales. Vernos esta noche, en la cena, Auf Wiedersehen.

Sin dejar decir nada a Lotario, ni siquiera corresponder a su despedida, Gisela, toda sonrisas, salió y cerró despacio la puerta, bajando breve pero significativamente su mirada hacia el testimonio de Lotario –podríamos llamarlo “testimonium lothariarum”-, que se había medio levantado para intentar acompañar a su sobrina a la puerta, las pupilas de Gisela parecieron dilatarse por un momento al contemplar lo explicito y la extensión del testimonio y…el tamaño del caño de aquella fuente, que no había disminuido un ápice pese a lo ya explayado.

Gisela cerró la puerta y se estremeció, segura de los futuros placeres que le iban a proporcionar su doctorado, Doda era una buena amiga, no la había engañado, su Carlomán era un encanto, pero ella estaba decidida a no ampliar la progenie de su tío, solo quería doctorarse, no que le publicasen la tesis.



Jorge Romero Gil


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario