sábado, 10 de diciembre de 2011

Encuentros a la luz de la Luna


Neil llevaba horas conduciendo, empezaba a estar cansado, vio un letrero que indicaba “Área 51” y mostraba diferentes iconos con los servicios que ofrecía aquella área de descanso. Así que giró su vehículo y entró en el área.

Habían aparcados unos cuantos vehículos más, algunos algo extravagantes, pero eso no le importaba a Neil, se acercó al Área y sus puertas se abrieron automáticamente, entró en ella. Sonaba la típica música ambiental de fondo, ésta no estaba mal, hasta tenía cierto toque chill out, Neil se dirigió a la cafetería y penetró en ella.

Al entrar se quedo parado, los personajes que por allí se movían no eran raros eran rarísimos. El empleado que, con aire aburrido, se encontraba tras la caja del Self Service, tenía los ojos de colores cambiantes… pasaba del morado al verde, de ahí al rojo, de éste al azul eléctrico, a un tono celeste…y así, sin parar, de un color a otro. Los clientes ¡que decir de los clientes!, uno de ellos poseía unas notables protuberancias claramente visibles bajo sus pantalones, no paraba de dar vueltas alrededor de un hermosa muchacha, hermosa, pero…de color plata, y no parecía algo pictórico sino epidérmico, tenía una larga melena naranja que llevaba suelta y dejaba caer libremente sobre sus hombros, y también tenía unos firmes y orgullosos pechos y…un impecable contoneo de caderas. La muchacha, como el pintoresco individuo que la rondaba, no detenía su movimiento, parecía presa de cierta agitación lo que le proporcionaba mayor atractivo, Neil sintió el deseo, casi irrefrenable, de explorarla, parecía una misión.

Sentada en una mesa, resplandecía, suavemente, otra mujer, tampoco estaba exenta de belleza, pero no alcanzaba el aire de cierto “salvajismo”, más bien urgencia, de la paseante, que, en parte, la dotaba de aquel especial atractivo. La más relajada y resplandeciente mujer miraba, no obstante, al recién llegado Neil, la mirada era un poco inescrutable, hasta tenía un toque inquietante.

La paseante también vio a Neil, sin dudarlo dejo su paseo orbital y se dirigió a él, fue directa ¿o tal vez fue Neil quién se aproximó a ella? no esta muy claro, toda la atmósfera destilaba algo de irreal.

La exótica belleza –nunca mejor dicho- casi tropieza con Neil, le dijo –hola, disculpa mi atrevimiento, de verás, normalmente soy una chica muy circunspecta y hasta tímida, pero es que estoy en ciclo amoroso, lo que vosotros llamaríais “estar en celo”, y no puedo evitarlo, necesito entregarme a alguien cuanto antes y tú pareces buen tipo y no estas nada mal, me da vergüenza pedírtelo así, sin conocernos, pero es que las selenitas cuando nos viene el ciclo amoroso nos viene…no podemos hacer nada, esta en nuestra naturaleza, hay juguetes, sí, pero eso no nos satisface mucho, lo único que calma el ciclo es calmarlo como Dios manda y tú pareces bastante dotado –y la selenita miro hacia la dotación de Neil, claramente interesada en ella, por su parte la dotación se interesaba ampliamente en Selene, así se llamaba la selenita, no era muy original, pero…-

Selene, que veía con agrado el interés mutuo, y las ansias exploradoras de la dotación de Neil, continuó –no te preocupes que no te voy a pegar nada, las selenitas y los terrestres no nos pasamos los virus ¡es una suerte! –suspiró, y miró con claro desagrado al estrafalario venusiano que andaba cerca, parecía que a la expectativa-. Sí que es cierto que podemos reproducirnos, pero tampoco te preocupes por eso, he tomado precauciones, así que puedes estar tranquilo si me haces el favor de aceptar mis favores. Ahora soy una mujer previsora, porque me ha pillado varias veces el ciclo amoroso a pelo y ya tengo cinco pequeños lunáticos, se los he enviado a mis padres pero me han dicho que ni uno más, y encima uno es cruce con venusiano –volvió a mirar con mayor desagrado aún al venusiano rondante- ¡y no veas la lata que da! ¡está volviendo locos a sus abuelos! –Selene volvió a suspirar- es lo que tenemos las selenitas…somos fértiles con casi todo el universo, es una putada...

-Como te habrás dado cuenta tengo al venusiano detrás de mí, pero no me atrae mucho, cierto que tiene tres grandes trompas trimegistas, y eso es un valor, pero también tiene entre las piernas cuatro agujeros y solo uno es para los “detritus”, lo que vosotros dirías “cagar”, los venusianos son muy finos, jamás dicen cagar, ellos dicen detritus, yo soy selenita pero soy hetero, el hermafroditismo venusiano no me va mucho, no es por nada moral, conste, es solo cuestión de gustos, y, además, lo venusiano y lo venéreo… te suena ¿verdad? pues ya esta todo dicho, no quiero arriesgarme

¡Vamos! ¡decídete! que estoy en celo, pero no soy celosa ¿eh? –rió-, mira, si quieres después te vas con la radiante jupiterina que también te lanza unas miradas…, pero te advierto que “jupiterina” rima con “viperina” y no es casual esto que te digo, como –y le miró pícara- “selenita” rima con “bonita”. Si no eres tú tendrá que ser el maldito venusiano, pero el muy cabrón seguro que me pega algo.

Dicho lo cual Selene sonrió, entre tierna, amable, afectuosa y…ardorosa, hay que reconocer que era una sonrisa complicada y cargada de emociones, pero es lo que tenía el impulso propio del ciclo amoroso. Se abocó un poco más hacia Neil, mostrando su escote que apenas escondía sus magníficos pechos, y le dijo –Vamos, que ésta es una buena área de descanso, el Aparhotel es de primera, ya lo verás…vamos- volvió a repetir muy suavemente y mimosa- por fa…-añadió con un toque naif-.

Neil ya no se lo pensó más, estaba aturdido, pero, un par de montañas eran un par de montañas, y las espléndidas montañas lunares que se ofrecían a la vista de su dotación –que clamaba por una completísima exploración de Selene- eran toda una promesa de otras abundantes maravillas, como hermosos valles y hondonadas por las que la dotación podría moverse e introducirse llegado el momento oportuno.

Neil tendió su mano a Selene y se dio la vuelta para dirigirse, decididamente, al Aparhotel, y entonces…

¡Por fin! –escuchó a una voz- ¡lo hemos reanimado! -una guapa sanitaria se aproximó a su rostro y le dijo- tranquilo, ya esta fuera de peligro, el airbag le ha evitado lo peor del golpe, ¡es esa maldita curva justo al pasar la salida 51! Ha estado unos instantes inconsciente, no es nada, nos preocupaba que fuese algo más que una conmoción, pero no lo parece, le hemos hecho una primera revisión y todo indica que está bien –la mirada de la sanitaria descendió hacia ciertas partes del accidentado que, curiosamente, parecían muy firmes- incluso muy bien –sonrió algo traviesa-, por cierto, añadió, me parece correcto presentarme, a fin de cuentas hemos hecho el boca a boca, me llamo Selene, un capricho de mis padres, ¿y usted?


Jorge Romero Gil


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