sábado, 10 de diciembre de 2011

El epitome de León Pinelo

Haniel paseaba tranquilamente por la calle del Ángel tarareando para sí una melodía del antiguo grupo Eurythmics –“There must be an angel”-, casi no se daba cuenta de ello, iba un tanto ensimismado debido a que se había cerrado momentáneamente el “Saratoga” ángel de séptimo nivel- y para mayor desconsuelo angélico resultaba que había sido él mismo –junto a un compañero de cuarto nivel avanzado llamado Zascael- el que había provocado el cierre del local debido a un pequeño ejercicio de habilidad –cierto que se había saldado con la muerte de dos humanos y unos cuantos heridos, pero Haniel no se reprochaba eso, había sido un efecto colateral involuntario, además los humanos tarde o temprano se morían solos o se mataban entre sí, Haniel se reprochaba haberse quedado sin su tapadera de barman en un local de gran discreción como era el Saratoga-.

Haniel iba sumido así en estas reflexiones cuando de repente se sintió mareado, con cierta perplejidad notó como se le nublaba la vista y sintió que irresistiblemente arrastrado por una fuerza imperiosa.. Poco a poco la sensación fue pasando, la cabeza de Haniel se fue despejando, la sensación de arrastre había desaparecido y sus sentidos volvían a funcionar, en concreto la vista podía usarla nuevamente así que pudo observar que se encontraba en un lugar extraño, tan extraño como que no era la calle del Ángel sino una habitación que a él no le sonaba de nada, vaya, la desconocía por completo.

Intentó moverse pero no pudo, estaba en medio de un pentagrama, rodeado a su vez por un círculo en el que figuraban las letras “tetragrammaton”, las limitaciones de su movimiento se debían a que no podía traspasar las barreras inmateriales que esos elementos marcaban, un humano lo hubiera podido hacer sin problemas pero un ángel no, como tampoco podía su compañero de cierro, situado a su derecha en un círculo idéntico al que aprisionaba a Haniel. El ángel reconoció inmediatamente al personaje que dormitaba emitiendo desagradables sonidos, era Bael, con su cuerpo de arácnido y sus tres cabezas de sapo, de gato y humana, una de las potestades infernales, el asombro de Haniel iba en aumento ¿Qué rayos hacía allí junto a Bael? ¿Qué poderosa magia lo había arrastrado? Muy pocas cosas podían hacer aquello, y aún había menos gente viva que lo supiera. Hizo una de las pocas cosas que podía hacer: mirar a su alrededor.

La habitación era un cuartucho amplio, la definición de cuartucho no se debía a que fuese pequeño –ya se ha dicho que era amplia- sino al estado en que se encontraba, sin estar horriblemente sucia se la podía considerar decadente, por un balcón entornado entraba la luz de la calle, filtrada por una antigua cortina de bolillos lo que generaba un ambiente de penumbra, eso no impedía ver bien las cosas a un ángel de séptimo nivel como Haniel, así que vio que la relativamente polvorienta estancia estaba abigarrada por un galimatias de cosas: dos ordenadores, un televisor situado al fondo, un microondas a su lado y amontonados y abigarrados una mezcla de libros, cómics y videojuegos: la habitación de un “freakie” –o eso parecía- pero ¿Qué “freakie era capaz de convocar y mantener encerrados a Bael –bastante más poderoso que Haniel- Y a un ángel de séptimo nivel? Los libros daban alguna pista pero no demasiadas, había una serie de grimorios conocidos, algunos pseudoauténticos –como la Clavicula Salomonis o el Gran Grimorio del Papa Honorio- pero todos estaban profundamente adulterados,, no podían haber provocado aquello, también están las obras de Crowley y Eliphas Levi, pero…sus obras publicadas y públicas no contenían ni de lejos los arcanos que habían manejado. Cerca de ellos también habían revistas diversas de esoterismo barato, dvd sobre misterios, novelas de J.J. Benítez –el ínclito troyano-, mangas, y también vio un manual de un “master de parapsicología y alta magia” de algo llamado “astroayuda” que hizo lanzar a Haniel una carcajada a pesar de su apurada situación. La risa de Haniel despertó a una de las cabezas de Bael, que giró lentamente –mientras mantenía a las otras dos beatíficamente, o mejor dicho, maléficamente dormidas- en concreto la de sapo, que miró a Haniel y dijo con voz ronca que recordaba lejanamente a un croar:

- No le veo la gracia, llevo dos días aquí y el imbécil que me ha traído parece que solo sabe convocar pero no desconvocar, aunque para darse importancia hace ver que no quiere, le he ofrecido invisibilidad e inmunidad al dolo pero me ha dicho que no quiere nada de mi, que yo no tenía que haberme presentado, y hablando de presentarse supongo que no será preciso que yo lo haga pero no estaría mal que me dijeses quién eres tú.
Haniel respondió –disculpa, no quería molestar, soy un ángel de séptimo nivel y me llamo Haniel estaba por la calle y de repente he sido arrastrado aquí, no he podido evitar la carcajada cuando he visto el “master”.

¡Ah! Un ángel –contestó- Bael eso explica tu aspecto humano y que estuvieses por la calle, pues no te quejes, a mi el idiota me ha hecho subir del infierno del Sur dónde esta visitando a Gurson, justo voy a echar una meadita mientras esperábamos a Beezebub para comenzar una partida de poker –casi siempre les ganó porque tengo tres cabezas, pero a veces no porque la del gato es un poco gilipollas y se le nota cuando tiene juego o va de farol-y me siento arrastrado a través de un montón de sitios, aunque no los he visto, hasta llegar aquí, y hacia siglos que nadie me convocaba de esa manera, y lo que menos me esperaba era el tipo de individuo que nos ha convocado, ya lo verás, una auténtica putada, porque es un chiflado y un “freakie”.

Pero –interrumpió Haniel- si es eso y todo lo que hay en la habitación o es de pega –y miró un supuesto ejemplar del Necronomicon- o está incompleto ¿cómo rayos nos ha traído?

-Espera y verás, le dijo Bael, sino fuera por lo dramático de nuestra situación seria para reírse, de un momento a otro aparecerá nuestro anfitrión –ahora mismo está “ocupado”, él le llama eso a darles la paliza a diferentes servicios técnicos, ahora mismo está con LG porque dice que el quería una pantalla Philips y le han traído una LG- es todo un personaje, el tipo además es sonámbulo.

En esos momentos se oyeron unos pasos de alguien que se acercaba por un pasillo murmurando –¡mierda! dicen que te venden un Philips y está lleno de componentes LG!...-. El personaje hizo su entrada en la habitación, llevaba puesta una bata de boatine, unas zapatillas a cuadros pantalones de pijama y calcetines y, bajo la bata asomaba una blusa de pijama, el rostro era muy pecoso y llevaba unas gafas que delataban su miopía profunda debido al grosor de sus cristales, era un modelo que no se fabricaba desde hacía veinte años, tenía una extraña calva natural que le comenzaba justo en el centro de la cabeza, con lo que su escaso pelo, muy corto, le cubría como una especie de arco la parte trasera de la misma. Sin parecerse demasiado le recordó a Haniel al Ignatius Reilly de “La conjura de los necios”, alguna cosa “ignatiana” tenía aquel individuo, pero la observación casi cómica se torno en pánico cuando Haniel reparó en el libro que aquel tipo llevaba en las manos ¡era el segundo volumen del Epitome de León Pinelo! Un antiguo libro del siglo XVI que bajo la apariencia de una inofensiva lista de términos geográficos de la época contenía encriptado uno de los escasos grimorios de pe a pa se trataba del “Gran Grimorio D’Erbó” un antiguo alquimista, mago y nigromante conocedor de todos los secretos –también los conocían Crowley, Dee y Levi, pero habían sido mucho más prudentes a la hora de registrarlos, pero D’Erbó no podía ser prudente, claro, era un “bocas”-.

El Epitome de León Pinelo (1) había descansado durante siglos tranquila y polvorientamente en los Archivos de Indias, hasta que un mal día, un catedrático de Geografía, don Horacio Capel Saez, decidió pedir permiso para investigarlo, realizar un estudio preliminar y editarlo en unos cuantos facsímiles –algunos en tapa dura la mayoría en rustica- obtuvo el permiso y tal cual lo hizo, y se olvidó del asunto. El librero vendió a precio desorbitante un libro que valía dos duros a aquel individuo extraño asegurándole –él pensaba que falsamente- que era un grimorio y resultaba ser que…lo era y…de verdad.

Bael, que había observado las distintas reacciones de Haniel, le dijo -¿lo entiendes ahora? -El extraño anfitrión, que hasta entonces no les había prestado caso se revolvió y le dijo -¡tu a callar! ¡que no me sirves para nada! ¡a ver si este otro es algo más útil!.

Fue hasta la televisión y conectó un canal de videntes la pantalla principal se la dividían un presentador venido a menos y una señora rubia teñida que no paraba de mover los brazos cual lanzadora de peso rusa, llevando en una de sus manos un enorme signo egipcio que en tiempos había significado “sandalia”, la vidente decía, “llamame, Aida está para ayudarte”. Nuestro Ignatius Reilly particular suspiró ¡menos mal! y marcó el teléfono que aparecía en la pantalla, de entrada le retuvieron al aparato unos 45 minutos, después le pasaron a algo llamado “gabinete”, pero él insistía en que quería hablar con la “diosa Aida”, tras otros 45 minutos le pasaron finalmente con la vidente de la pantalla.

-¡Aida! ¡soy Ricardo! ¡el Leo! –Bael murmuró por lo bajo, el burro más bien-

La presentadora contestó –Sí, Ricardo, ya me acuerdo, ¡el Leo! ¿cómo lo iba a saber yo? ¿eh? ¿cómo lo iba a saber? Porque el padre eterno me ha dado poderes y soy su enviada- ¿Qué puedo hacer por ti?

-Ya lo sé Aida, ya lo sé, que eres la diosa, he llamado a Haniel como tu me dijiste lo tengo aquí, ¿qué le pido?

La vidente, para salirse del paso –pues pensaba que estaba hablando con uno de los chiflados o pardillos habituales- le dijo –Sí, noto su presencia –sin siquiera imaginar que aquella presencia era real, y empezó a gesticular con los brazos y el símbolo de la sandalia-, también noto la de Bael –era lo anterior que le había recomendado, igualmente se hubiera quedado de piedra que tanto uno como otro existían y estaban en casa del chiflado-, pero te falta una presencia femenina, llama a Lilith y podrás completar la triada que te traerá a Galadriel -¡Galadriel!, bufo la cabeza de gato de Bael, ¡pero si es un personaje del Señor de los Anillos! ¡esta como una regadera!-.

La vidente prosiguió ya para deshacerse de la llamada -ya lo sabes mi amor, llama a Lilith, ten envió fuerza y ayuda y todos tus deseos se cumplirán.

El loco colgó el teléfono y trazó un pentagrama y a rodearlo con un círculo en el suelo.

Haniel exclamó horrorizado -¡va a invocar a Lilith! ¡este tío va a invocar a Lilith!-. La cabeza humana de Bael le miro y dijo –déjalo, así vendrá Lilith y podremos irnos de una vez-. Haniel volvió a decir -¿Sabes lo que le va a hacer si la llama? ¡Si en 1529 Kelly abandonó el ritual porque le entró pánico! Es igual, replicó Bael, este imbécil se lo merece, además yo soy un príncipe de los demonios, tal vez que te preocupe algo a ti que eres un ángel, pero a mi me es igual, solo quiero irme y, además, no sé si te preocupará mucho que todo se sabe, y el asuntillo del Saratoga lo provocaste tú…-¡Pero fue un accidente!- se defendió Haniel -Sí, un accidente que te importa un bledo le contestó Bael.

Ricardo el loco ya había terminado el círculo y los preparativos y comenzó la invocación:

¡La oscuridad es ella, pero brillante!¡Negras son sus alas, negras en negro! ¡Sus labios son rojos como la rosa, besando todo el Universo! ¡Ella es Lilith, quién lidera las hordas del Abismo, y la que lidera al hombre a la liberación! ¡Ella es KI-SI-KIL-LIL-LA KE, Reina del Círculo Mágico!

Comenzó entonces a aparecer penumbra sobre penumbra, negra sombra, se escuchó un siseo y apareció Lilith, en su forma de lamia y en el círculo, lo atravesó…-Haniel no paraba de murmurar el mantra “Lilith-abi!”, Bael se reía con sus tres cabezas, la lamia, sin mediar palabra se acercó al loco que la mieraba con la boca abierra y fascinado, Lilith le besó en la boca, pero el beso fue transformándose en mordisco sangriento, no daremos detalles de macabro pandemónium que prosiguió, del loco Ricardo solo quedaron laz zapatillas a cuadros y la bata de boatine, bueno, eso, y un charco de sangre. Lilith se volvió hacia Haniel y Bael, ahora adoptó la forma de una bella joven completamente desnuda, y les dijó, podeís iros, ya está roto el hechizo y he aceptado la ofredan, tras eso se disolvió primero en la oscuridad que al poco se transformó en penumbra.

Bael salió del círculo hizo unas pequeñas invocaciones y creó una puerta dimensional, se volvió a Haniel y le comentó -un placer a pesar de las circunstancias, voy a ver si consigo llegar al final de la partida, suele durar cuatro días y solo han pasado dos, y si no como algo voy a morir de inanición, es broma -añadió-. Por cierto, buen jaleo el del Acapulco, digno de un demonio, si quieres cambiar de lado ven a verme, hasta más ver.

Y diciendo eso desapareció a través de la puerta dimensional. Haniel salió a la calle, en realidad era una plaza, miro cual era su nombre, se llamaba “Aida”, le entró una risa histérica. Se recuperó enseguida y fue a lo suyo: cavilar dónde iba a encontrar un lugar tan bueno como el “Saratoga”, claro que, tal vez, no debiera preocuparse tanto, le habían comentado que en cuestión de días el juez levantaría el precinto.

Mientras tanto, a muchos kilómetros de distancia, en una ciudad junto al Mediterráneo, el Catedrático de Geografía tomo de la estantería de su despacho académico el primer volumen del Epitome de León Pinelo, quería consultar unas notas de su propio estudio introductorio, de aquella obra, que era lo único que le interesaba de la misma. Para su fortuna nunca se había molestado en “escarbar” acerca de su contenido que, bien mirado, presentaba cosas muy raras…

(1) Nota, el libro es un auténtico antiguo de geografía, claro, se editaron hacia finales de lo años ochenta unos cuantos facsimiles con un estudio introductorio, puede consultarse en la Biblioteca Nacional de Madrid, consta de dos tomos


Jorge Romero Gil


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