viernes, 30 de diciembre de 2011

Carlos el Calvo V (serendipias francas desencajadas). Una suite de hotel


Carlos se despertó en la suite que ocupaba en el Hotel Lorena, estaba rompiendo costumbres, de hecho había comenzado a hacerlo durante su encierro, y ahora redirigía el proceso, para empezar el horario. En el monasterio-prisión se levantaba antes del alba todos los días y solo había un baño frio una vez por mes.

En el Lorena durmió hasta las once de la mañana, se había dado una ducha con agua caliente antes de acostarse, y tras despertarse se levantó parsimoniosamente y se sumergió en el jacuzzi de la suite Loira, no tuvo prisas, en realidad no las tenía, en su forzada vida de monje habían desaparecido, eso, y una entereza de cuerpo y carácter –esto último a despecho de los deseos de quienes le habían encerrado-, eran las dos únicas cosas positivas de la experiencia de aquellos años.

Pensó durante el baño sus próximos movimientos. El gran telón de fondo de sus planes estaba minuciosamente trazado, desde hacia tiempo, posiblemente años, pero, como se ha dicho, el tiempo era algo que no pasaba para él, así que no tenía excesiva conciencia del mismo, lo que no tenía trazado, sin embargo, eran sus movimientos en lo cotidiano –aunque para él esa cotidianidad era nueva como correspondía a una nueva vida-, así que pensó en desayunar tras el baño, en concreto en encargar uno desde su habitación, y en segundo lugar encargar otra cosa: un vestuario.

Pero lo primero era lo primero, así que salió del jacuzzi, se envolvió en un lujoso albornoz del hotel y pidió al servicio de habitaciones que le trajesen el desayuno más copioso posible, en aquellos momentos deseaba el exceso, pero, eso sí, bajo autocontrol, porque esa era la clave que le había mantenido cuerdo y le había endurecido a la vez durante los últimos años. Pero si no se cae en el exceso no se puede controlar, es como las vacunas, a fin de cuentas son pequeñas dosis del virus sobre el que se desea inmunizarse.

El desayuno que le sirvieron era del tipo Full English breakfast. Incluía huevos fritos, tostadas, bacon, salchichas, tomate frito, baked beans (judías blancas con tomate), champiñones fritos, patatas fritas, morcilla y una mezcla de patatas y col fritas. Lo acompañó con un vino de Navarra, de la merindad de Valdizarbe, un Artadi.

Tras consumir todo lo anterior pausadamente solicitó por teléfono que le pusiesen en contacto con una de las caras tiendas de moda que habían en el Hotel, le pasaron inmediatamente y solicitó un catálogo, en la tienda, informados de la suite desde la que se realizaba la llamada, hicieron algo más, personarse obsequiosamente en la habitación para preguntar al interesante y potencial cliente que deseaba. Carlos explicó lo que buscaba y tras mostrarle varios diseños finalmente encargó, para empezar, tres trajes Bottega Veneta, uno gris oscuro y dos negros, con camisas a juego y unos mocasines y zapatos Oxford Moreschi, igualmente negros. Le tomaron medidas y, Carlos, indicó que habría más pedidos y una recompensa especial si al menos, durante ese día, le tenían preparados un par de conjuntos. Le aseguraron que así seria.

Carlos paseó por su amplia suite sin saber muy bien que hacer con su tiempo inmediato, con el mediato ya hemos indicado que tenía sus planes, también hemos indicado que no tenía prisas, curiosamente echaba de menos la Consolatio Philosophae de Boecio, porqué era a lo que recurría durante su obligada estancia en el austero monasterio, eso cuando no estaba trabajando en algo, en realidad podían haberle tenido todo el tiempo ocupado, pero parte del proceso de alienación de la voluntad que en aquella institución se practicaba consideraba oportuno dejar espacios para que la mente se extraviase, pese a que a ello le llamaban “reencuentro con el alma”, y, ciertamente, Carlos reencontró un yo que nunca hubiese pensado que tenía, de repente –o, más bien, gradualmente- surgió de su interior, como el dáimón de Sócrates, y le indicó lo que debía hacer y quién era, a ello ayudó la obra de Boecio, fue el catalizador.

El caso es que ahora estaba haciendo eso pero, paradójicamente, en aquellos momentos no estaba haciendo nada, en mitad de su lujosa suite y a la espera de algo tan aparentemente sencillo como… poder vestirse.

Miró la espaciosa cama y decidió estirarse en ella, acomodado allí empezó a cambiar canales de TV con el mando a distancia pero todo aquello le aburría, aunque tropezó con una noticia que le interesó, el cardenal Ebbon era recibido por el Romano Pontífice y se decía que era el nuevo hombre fuerte de la curia, Carlos sonrió, torcidamente pero lo hizo, eso convenía a sus planes mediatos, ya tenía razón Boecio, ya, Fortuna actuaba, y ahora actuaba a favor de él.

De repente sonó el teléfono...

Si Carlos había especulado con su ocio inmediato no había sido el único, el recepcionista que había sustituido al del turno de noche había sido informado por su colega del extraño, rico y atípico nuevo huésped, y el olfato avezado y la iniciativa del conserje de día se puso en marcha. Cuando bajaron de la tienda de modas interrogó discretamente sobre el mismo y sus características, entre una y otra información –a la que se añadió el pantagruélico desayuno- llegó a dos conclusiones. La primera era que su huésped llegaba de lo que él llamaba eufemísticamente “un largo viaje” –como buen recepcionista jamás indagaba sobre tales viajes, le bastaba saber que el huésped no estaba buscado, policialmente hablando-. La segunda era que el comportamiento del visitante indicaba que deseaba excesos, digamos que sus pasos iniciales se habían encaminado hacia el lujo, la gula y nuevamente el lujo, faltaba algo en esa secuencia lógica, y ese algo era la lujuria. Al largo viaje y al reposo del guerrero –y este Carlos tenía realmente aspecto marcial- parecía lógico sumar algún mimo, digamos que algún hombro sobre el que reposar, así que la iniciativa del hotelero se puso en marcha, evaluó pros y contras y descolgó y marcó el número de la suite Loira. 

Por eso, en los aposentos de Carlos, de repente sonó el teléfono…

(continuará)


Jorge Romero Gil 



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